LUIS CERNUDA
Reunió su poesía con
el título común de La realidad y el deseo. Precisamente, resulta clave
en su obra este conflicto entre realidad y deseo, entre la sociedad y el poeta.
Uno de sus temas principales es el amor, que se quiere permanente y absoluto y
que conduce a la frustración. Otros son la soledad, el hastío, la añoranza de
un mundo más habitable…
Ninguna nube inútil
Ni la fuga de un pájaro,
Estremece tu ardiente
resplandor azulado.
Así sobre la tierra
Cantas y ríes, cielo,
Como un impetuoso
Y sagrado aleteo.
Despordado en el aire
Tantas luces altivas
Aclaras felizmente
Nuestra nada divina.
Y el acorde total
Da al universo calma.
Árboles a la orilla
Soñolienta del agua…
Sobre la tierra estoy;
Déjame estar. Sonrío
A todo el orbe; extraño
No le soy porque vivo.
(De Primeras poesías)
SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR
Si el hombre pudiera decir lo
que ama,
si el hombre pudiera levantar
su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se
derrumban,
para saludar la verdad
erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad
de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria,
fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería al fin aquel que
imaginaba;
aquel que con su lengua, sus
ojos y sus manos
proclama ante los hombres la
verdad ignorada,
la verdad de su amor
verdadero.
Libertad no conozco sino la
libertad de estar preso
en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin
escalofrío;
alguien por quien me olvido
de esta existencia
mezquina,
por quien el día y la noche
son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y mi espíritu
flotan en su cuerpo y espíritu, como leños perdidos que el mar anega o levanta,
libremente, con la libertad
del amor,
la única libertad que me
exalta,
la única libertad porque
muero.
Tú justificas mi existencia.
Si no te conozco, no he
vivido;
si muero sin conocerte, no
muero, porque no he
vivido.
( De Los placeres
prohibidos, 1931)
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Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin
aurora;
dónde yo sólo sea
memoria de una piedra
sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento
escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
al cuerpo que designa en
brazos de los siglos,
donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el
amor, ángel terrible,
no esconda como acero
en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia
aérea mientras crece el
tormento.
Allá donde termine este afán
que exige un dueño a
imagen suya,
sometiendo a otra vida su
vida,
sin más horizonte que otros
ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean
más que nombres,
cielo y tierra nativos en
torno de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin
saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de
niño.
Allá, allá lejos;
donde habite el olvido.
(De Donde habite el olvido,
1932-1933)
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MI ARCÁNGEL
No solicito ya ese favor
celeste, tu presencia;
como incesante filo contra el
pecho,
como el recuerdo, como el
llanto,
como la vida misma vas
conmigo.
Tú fluyes en mis venas,
respiras en mis labios,
te siento en mi dolor;
bien vivo estás en mí, vives
en mi amor mismo,
aunque a veces
pesa la luz, la soledad.
Vuelto en el lecho, como niño
sin nadie frente al muro,
contra mi cuerpo creo,
radiante enigma, el tuyo;
no ríes así ni hieres,
no marchas y te dejas, pero
estás conmigo.
Estás conmigo como están mis
ojos en el mundo, dueños de todo por cualquier instante,
mas igual que ellos, al hacer
la sombra, luego vuelvo,
mendigo a quien despojan de
su misma pobreza,
al yerto infierno de donde he surgido.
(De Donde habite el olvido)
TELARAÑAS CUELGAN DE LA RAZÓN
Telarañas cuelgan de la razón
en un paisaje de ceniza
absorta;
ha pasado el huracán de amor,
ya ningún pájaro queda.
Tampoco ninguna hoja;
todas van lejos, como gotas
de agua
de un mar cuando se seca,
cuando no hay lágrimas
bastantes,
porque alguien, cruel como un
día de sol en
primavera,
con sólo su presencia ha
dividido en dos un cuerpo.
Ahora hace falta recoger los
trozos de prudencia,
aunque siempre nos falte
alguno;
recoger la vida vacía
y caminar esperando que
lentamente se llene,
si es posible otra vez, como
antes,
de sueños desconocidos y
deseos invisibles.
Tú nada sabes de ello,
tú estás allá, cruel como el
día;
El día, esa luz que abraza
estrechamente un triste
muro,
un muro, ¿no comprendes?
un muro frente al cual estoy
solo.
(De Los
placeres prohibidos)
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DESDICHA
Un día comprendió cómo sus
brazos eran
solamente de nubes;
Imposible con nubes estrechar
hasta el fondo
un cuerpo, una fortuna.
La fortuna es redonda y
cuenta lentamente
estrellas del estío;
hacen falta unos brazos seguros
como el viento,
y como el mar un beso.
Pero él con sus labios,
con sus labios no sabe sino
decir palabras;
palabras hacia el techo,
palabras hacia el suelo,
Y sus brazos son nubes que
transforman la vida
en ire navegable.
(De Un río, un amor,
1929)
PEREGRINO
¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un
largo viaje,
Cansancio del camino y la
codicia
De su tierra, su casa, sus
amigos,
Del amor que al regreso fiel
le espere.
Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar
no pienas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo
o viejo,
Sin hijo que te busque, como
a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin
Penélope
Sigue, sigue adelante y no
regreses,
Fiel hasta el fin del camino
y tu vida,
No eches de menos un destino
más fácil,
Tus pies sobre la tierra
antes no hollada
Tus ojos frente a lo antes
nunca visto
(De Desolación en la quimera)