GERARDO
DIEGO
Su extensa
obra poética se caracteriza por su variedad formal y temática. En ella conviven
el vanguardismo ultraísta y creacionista, el neopopularismo, el gongorismo y
los moldes clásicos
Guitarra
Habrá
un silencio verde
todo
hecho de guitarras destrenzadas
La
guitarra es un pozo
con
viento en vez de agua.
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Cuarto de baño
Qué
claridad de playa al mediodía,
qué
olor de mar, qué tumbos, cerca, lejos,
sí,
entre espumas y platas y azulejos,
Venus
renace a la mitología.
Concha
de porcelana, el baño fía
su
parto al largo amor de los espejos,
que,
deslumbrados, ciegos de reflejos,
se
empañan de un rubor de niebla fría.
He
aquí, olorosa, la diosa desnuda.
Nimbo
de suavidad su piel exuda
y
en el aire se absuelve y se demora.
Venus,
esquiva en su embozo, huye.
Su
alma por los espacios se diluye,
y
solo –olvido. un grifo llora y llora.
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El ciprés de Silos
Enhiesto
surtidor de sombra y sueño
que
acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro
que a las estrellas casi alcanza
devanado
a sí mismo en loco empeño.
Mástil
de soledad, prodigio isleño;
flecha
de la fe, saeta de esperanza.
Hoy
llego a ti, riberas del Arlanza,
peregrina
al azar, mi alma sin dueño.
Cuando
te vi, señero, dulce, firme,
qué
ansiedades sentí de diluirme
y
ascender como tú, vuelto en cristales,
como
tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo
de delirios verticales,
mudo
ciprés en el fervor de Silos.
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Insomnio
Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
Tú por tu sueño y por el mar las naves.
En cárceles de espacio, aéreas llaves
te me encierran, recluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.
Saber que duermes tú, cierta, segura
-cauce fiel de abandono, línea pura-,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Qué pavorosa, esclavitud de isleño,
yo insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.
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