III. 1. ÁNGEL GONZÁLEZ:
Oviedo, 1925. Representa, junto a otros poetas, el paso de la poesía
social a nuevos tonos. Su abierta denuncia se irá cargando de ironía, sobre
todo en el tratamiento de lo cotidiano. Reaparece lo íntimo y lo amoroso, Su
lenguaje se hace más sutil, aun cuando conserva el tono conversacional. Entre otros libros, publicó Sin
esperanza, con convencimiento (1961), Tratado de urbanismo
(1967), Procedimientos narrativos (1972), Prosemas o
menos (1984), Lecciones de cosas y otros poemas (1998), Otoños
y otras luces (2001), Nada grave (2008, póstumo.)
Falleció el 12 de enero de 2008 en Madrid.
EL DÍA SE HA IDO
Ahora
andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,
aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces y campanas
- ruidoso perro que menea la cola
y ladra ante las puertas entornadas.
(Entretanto, la noche, como un gato
sigiloso, se entró por la ventana,
vio unos restos de luz pálida y fría,
y se bebió la última taza.
Sí; definitivamente el día se ha ido.
Mucho no se llevó (no trajo nada);
sólo un poco de tiempo entre los dientes,
un menguado rebaño de luces fatigadas.
Tampoco lo lloréis. Puntual e inquieto,
sin duda alguna, volverá mañana.
Ahuyentará a ese gato negro.
Ladrará hasta sacarme de la cama.
Pero no será igual. Será otro día.
Será otro perro de la misma raza.
Prosemas o menos (1985)
INVENTARIO DE LUGARES PROPICIOS AL AMOR
Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al Norte,
orillas de los ríos
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémnos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con excepciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el "no tocar, peligro de ignominia"
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llevarla de hastío e indiferencia
en este tiempo hostil, propicio al odio
Tratado de urbanismo (1967)
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