martes, 4 de junio de 2013

II. LA POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS 50

 

II.1 ÁNGELA FIGUERA AYMERICH

Bilbao, 1902 - Madrid, 1984) Poetisa española. Se inició en la poesía dentro de una línea que puede considerarse heredera de Antonio Machado por su apego a lo cotidiano y paisajístico. La preocupación por el mundo femenino constituyó una de las marcas temáticas de su obra: llevó a su quehacer poético el mundo de la esposa y madre de familia que era, aunque alejándose de tópicos e idealizaciones. Sus dos primeros libros se incluyen en esta etapa y son Mujer de barro (1948) y Soria pura (1949). Posteriormente, la influencia de Gabriel Celaya llevó a Ángela Figuera a la poesía social, en la que se inscribirá el resto de su obra, desde Las cosas como son (1950), pasando por títulos como Vencida por el ángel (1951), El grito inútil (1952), Los días duros (1953) y Belleza cruel (1958). Este último mereció un prólogo elogioso de León Felipe. Su última obra en esa línea fue Toco la tierra. Letanías, publicada en 1962, cuando la poesía social empezaba a agotarse. Con posterioridad publicó dos poemarios para niños: Cuentos tontos para niños listos (1979) y Canciones para todo el año (1984). Dos años después de su muerte se publicaron sus Obras completas.
 
MUJERES DEL MERCADO
 
Son de cal y salmuera[1]. Viejas ya desde siempre.
Armadura oxidada con relleno de escombros.                               
Tienen duros los ojos como fría cellisca[2].                                   
Los cabellos marchitos como hierba pisada.              
Y un vinagre maligno les recorre las venas.                   
Van temprano a la compra. Huronean los puestos.           
 Casi escarban. Eligen los tomates chafados.            
Las naranjas mohosas. Maceradas verduras                    
que ya huelen a estiercol. Compran sangre cocida          
en cilindros oscuros como quesos de lodo,                       
y esos bofes que muestran, sonrosados y túmidos[3],     
una obscena apariencia.                                             
Al pagar, un suspiro les separa los labios,                      
explorando morosas en el vientre mugriento                    
 de un enorme y raído monedero sin asas,                    
con un miedo feroz a toparse de improviso 
en su fondo la última cochambrosa moneda.
Siempre llevan un hijo, todo greñas y mocos
que les cuelga y arrastra de la falda princosa
chupeteando una monda de manzana o de plátano.
Lo manejan a gritos, a empellenos. Se alejan
maltratando el esparto de la sucia alpargata.
Van a un patio con moscas. Con chiquillos y perros.
Con vecinas que riñen. A un fogón pestilente.
A un barreño de ropa por lavar. Aun marido
con olor a aguardiente y a sudor y a colilla.
Que mastica en silencio. Que blasfema y escupe.
Que  tal vez por la noche, con brutal impaciencia
de animal instintivo, le castigue la entraña
con el peso agobiante de otro mísero fruto.
Otro largo cansancio.
Oh, no. Yo no pretendo pedir explicaciones.
Pero hay cielos tan puros. Existe tanta belleza.               
 


II. 2. BLAS DE OTERO


Bilbao, 1916. Como alumno de los jesuitas, recibe una formación religiosa con la que rompería más tarde. Cursó el Bachillerato en Madrid y Derecho en Valladolid, pero no ejerció la carrera. Durante algún tiempo se dedica a la enseñanza, que abandona, cuando ya es un poeta reconocido internacionalmente, para dedicase a su obra y a sus actividades de conferenciante. Viaja continuamente por toda España y reisde a temporadas en Francia, Rusia, china, Cuba... El resto del tiempo vive en Madrid, donde muere el 29 de junio de 1979.
La obra de Blas de Otero resume las etapas cubiertas por nuestra poesía durante varias décadas. Alarcos sintetizó su trayectoria con estas palabras: “del yo al nosotros”. En efecto, Blas de Otero nos hablará, en un primer momento, de sus problemas personales, existenciales y religiosos; después, dejará estos a un lado para enfrentarse –desde postulados marxistas- con los problemas colectivos (y será su etapa de poesía social). Pero, tras 1965, se advertirá en su obra la búsqueda de nuevos caminos. Aunque sin abandonar sus preocupaciones humanas y políticas.




LO ETERNO
 
Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.
                       Rompe el mar
en el mar, como un himen inmenso,
mecen los árboles un silencio verde,
las estrellas crepitan, yo las oigo.
 
Sólo el hombre está solo. Es que se sabe
vivo y mortal. Es que se siente huir
-ese río del tiempo hacia la muerte.
 
Es que quiere quedar. Seguir siguiendo,
subir, a contra muerte, hasta lo eterno,
subir, a contra muerte, hasta lo eterno.
Le da miedo mirar. Cierra los ojos
Para dormir el sueño de los vivos.
 
Pero la muerte, desde dentro, ve.
Pero la muerte, desde dentro, vela.
Pero la muerte, desde dentro, mata.
 
...El mar –la mar-, como un himen inmenso,
los árboles moviendo el verde aire,
la nieve en llamas de la luz en vilo...
 
 (Ángel fieramente humano, 1950)

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FIDELIDAD
 
Creo en el hombre. He visto
espaldas astilladas a trallazos,
almas cegadas avanzando a brincos
(españas a  caballo
del dolor y del hambre). Y he creído.
 
Creo en la paz. He visto
altas estrellas, llameantes ámbitos
amanecientes, incendiando ríos
hondos, caudal humano
hacia otra luz: he visto y he creído.
 
Creo en ti, patria. Digo
lo que he visto: relámpagos
de rabia, amor en frío, y un cuchillo
chillando, haciéndose pedazos
de pan; aunque hoy hay sólo sombra, he visto
y he creído.
 
 (Pido la paz y la palabra, 1955)
 
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IDEMNE

 
Una vez más, amanece.
Pasó la guerra, pasó la enfermedad, el hambre, pasó la mano
por el muslo de Antonia y lo encontró semejante al alba,
jugoso como el alba,
abierto como el alba,
suave como el alba.
Una vez más, amanece.
Cayeron ciudades, cayeron B-12, zares, ciclistas
y la rueda quedó girando como la luna,
plateada como la luna,
redonda como la luna,
hollada como la luna.
Una vez más, amanece.
Sucedieron naufragios, sucedieron problemas, muertes, sucedieron los nietos,
Y la humanidad siguió impasible refugiada bajo el alba,
invulnerable como el alba,
pálida como el alba,
indemne como el alba.
Una vez más amanece.
 
(Hojas de Madrid, 1968-69)


 

II.3. GABRIEL CELAYA: 

 
 Hernani (Guipúzcoa), 1911. Vivió en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, junto a García Lorca y otros poetas y artistas de preguerra. Su primer libro, Marea de silencio, es de 1935. Tras la guerra, está varios años sin publicar nada. Luego, su obra crecerá abundante. Su trayectoria es muy variada. Al principio, es un continuador del Surrealismo ( La soledad ecrrada y Movimientos elementales, ambos publicados en 1947. aunque escritos antes). Pasa por una fase deliberadamente prosaidca y de temática existencial (Tranquilamente hablando, 1947). Durante una larga etapa se convertirá en el primer adalid de la “poesía social”, con libros como Las cartas boca arriba (1951), Cantos Íberos (1955), Episodios nacionales (1962) y otros. Posteriormente, abnadonó aquella tendencia para hacer incursiones en una poesía experimental Campos semánticos (1971). Celaya es, en suma, un poeta multiforme y rico: un excelente muestrario de toda su producción puede verse en la antología titulada Itinerario poético. Murió en Madrid en 1991.
                                                                          


BIOGRAFÍA
 
No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
Y descansar: morir.

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 CÓMO VAS MURIENDO
Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.
Cuéntame cómo vives.
Ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).
 
Cuéntame cómo mueres.
Nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.
Cuétame cómo mueres,
cómo renuncias —sabio—,  
cómo —frívolo— brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.



 

II. 4. JOSÉ HIERRO

 
 Madrid, 1922. Pasa su infancia y juventud en Santander, donde forma parte del grupo poético de la revista “Proel”. En 1947 publica sus dos primeros libros: Tierra sin nosotros y Alegría, impresionantes por la expresión de amarguras juveniles y por la intensa búsqueda de una dicha no lograda. El dolor existencial hinche sus libros siguientes, de voz plenamente madura: Con las piedras, con el viento (1950) y Quinta del 42 (1952). A partir de este año se abre al dolor de los demás y escribe poemas que lindan con la poesía social; pero ni su temática se restringe a dicha línea, ni disminuye su exigencia estética, que da a la lengua poética de José Hierro una densidad y una riqueza poco comunes. Así se manifiesta en Cuanto sé de mí  (1959) y otros libros. Con este mismo título recogió en 1974 su obra hasta entonces. En la década de los 90 publica los siguientes títulos Agenda (1991), Emblemas neurorradiológicos (1995) y a finales de los 90 Cuadernos de Nueva York. Falleció en Madrid en 2002. Entre los múltiples premios y reconocimientos que recibió a lo largo de su vida destacan: Premio Príncipe de Asturias en 1981, Premio Nacional de las Letras Españolas en 1990 y el Premio Cervantes en 1998.
 
 
FE DE VIDA
Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me salve del olvido
no la encontraré.
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.
Pero estoy aquí, me muevo,
Vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría. (Alegría
que está caída a mis pies.)
Nada en orden. Todo roto,
A punto de ya no ser.
Pero toco la alegría,
porque aunque todo está muerto
yo aún estoy vivo y lo sé.
 
Alegría (1947)


EL ENEMIGO
 
Nos mira. Nos está acechando. Dentro
de ti, dentro de mí, nos mira. Clama
sin voz, a pleno corazón. Su llama
se ha encarnizado en nuestro oscuro centro.
Vive en nosotros. Quiere herirnos. Entro
dentro de ti. Aúlla, ruge, brama.
Huyo, y su negra sombra se derrama,
noche total que sale a nuestro encuentro.
Y crece sin parar. Nos arrebata
como a escamas de octubre el viento. Mata
más que el olvido. Abrasa con carbones
inextinguibles. Deja devastados
días de sueños. Malaventurados
los que le abrimos nuestros corazones.
 
De "Cuanto sé de mí" 1957
 
 
VIDA
 
A Paula Romero
 
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!»
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!»
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
 
De "Cuaderno de Nueva York" 1998
 

 

II.5. ANTONIO GAMONEDA:  

 
Oviedo 1931  pertenece cronológicamente, a la llamada Generación de los 50, de la que, sin embargo, le separan diferencias notables, aislado y restringido durante años a su ámbito provincial leonés (dónde reside desde los 3 años), ajeno a grupos y escuelas. Su poesía es, toda ella, una consideración sobre la muerte. El dolor ante la injusticia, la propensión a la belleza, y una piedad asentada en la fraternidad de los desheredados, alcanzan en sus versos una rara intensidad expresiva al servicio de un pesimismo. Algunas de sus principales obras son: Edad (1988), que es una revisión del propio autor de su obra desde 1947 y que recibió el Premio Nacional de poesía de 1988. Esta luz. Poesía reunida (1947- 2004), Extravío en la luz (2009). En 2006 obtuvo el Premio Cervantes.


Sé que el único canto,
el único digno de los cantos antiguos,
la única poesía,
es la que calla y aún ama este mundo,
esta soledad que enloquece y despoja.
 
Exentos (1959-1960)
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DESPUÉS DE 20 AÑOS

 
Cuando yo tenía catorce años,
me hacían trabajar hasta muy tarde.
Cuando llegaba a casa, me cogía
la cabeza mi madre entre sus manos.
 
Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra
y los gritos de mis camaradas en el soto
y las hogueras en la noche
y todas las cosas que dan salud y amistad
y hacen crecer el corazón.
 
A las cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me llamaba por mi nombre
y acariciaba mi rostro hasta despertarme.
 
Yo salía a la calle y aún no amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.
 
 
Esto no es justo, aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la noche de los que dormían
y comprenderlos como a un solo ser,
como si descansaran de la misma existencia,
todos en el mismo sueño.
 
Entraba en el trabajo
                              La oficina
olía mal y daba pena.
                              Luego,
llegaban las mujeres.
                              Se ponían
a fregar en silencio.
 
Veinte años.
                  He sido
encarnecido y olvidado.
ya no comprendo la noche
ni el canto de los muchachos sobre las praderas.
y, sin embargo, sé
que algo más grande y más real que yo
hay en mí, va en mis huesos:
 
Tierra incansable,
                         Firma
la paz que sabes.
                     Danos
nuestra existencia a
                             nosotros
                             mismos.
Blues castellano (1961-1969)
 
........................................
 
CAIGO SOBRE UNA SILLA
 
Cuando yo caigo sobre una silla
Y mi cabeza roza la muerte;
Cuando cojo con mis manos la tiniebla
de las cazuelas, o cuando contemplo
los documentos representativos
de la tristeza, es
la amistad quien me sostiene.
 
Blues castellano (1961-1969)
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Soy el que ya comienza a no existir
 
y el que solloza todavía
 
 
Es horrible ser dos inútilmente
 
Lápidas (1977-1986)
 
 


[1] Salmuera: agua que sueltan las cosas saladas.
[2] Cellisca: temporal de agua y nieve, muy menuda, impelidas con fuerza por el viento.
[3] Túmido: tumefacto: que tiene hinchazón.

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