El libro guarda, tal como su autor
observó con insistencia, una clara cohesión, de manera que todos los poemas son
variaciones sobre un mismo tema: la exploración del mal y el hastío vital, que
se manifiesta en una serie de temas recurrentes:
-La analogía universal: en el poema Correspondencias Baudelaire
continúa una línea de pensamiento que viene del Renacimiento y del Romanticismo
según la cual existe una analogía universal, unas correspondencias entre el
macrocosmos y el microcosmos, es decir, entre el mundo visible y el mundo
invisible, y es el poeta un visionario que descifra estas correspondencias
simbólicas. Junto a estas correspondencias
verticales (“La naturaleza es un templo donde vivos pilares/dejan salir a
veces sus confusas palabras;/ por allí pasea el hombre entre bosques de
símbolos/que lo observan atentos con familiar mirada”), Baudelaire explora
también las correspondencias horizontales,
la analogía y confusión de todas las percepciones sensoriales: colores,
sonidos, olores… (“Hay perfumes tan frescos como carnes de niños”), que se
expresan por medio de sinestesias.
-El artificio: Baudelaire rechazaba lo natural y
espontáneo, defendiendo el valor del artificio, la máscara, el maquillaje, el
mundo urbano. Pese a su rechazo hay en él una nostalgia de una época
paradisíaca.
-El amor y el erotismo: Baudelaire rompe con la tradición
de la concepción petrarquista del amor, ya que muestra en sus poemas un
novedoso tratamiento del tema, uniendo el amor a la enfermedad, a sufrimiento,
a la sensualidad, a la marginalidad, a la perversión. El erotismo, para él,
está basado en la transgresión, en el gusto del pecado y el remordimiento, que
aumenta el placer –en lo que se adelanta a las teorías psicoanalíticas de Freud
o Lacan-. El goce sensual queda destacado con elementos como joyas sobre el
cuerpo desnudo, cabelleras perfumandas, olores excitantes… (poema La cabellera –La chevelure-). Este tema
está relacionado con el cliché de la mujer fatal, fría, arrogante, caprichosa,
insaciable, que seduce para destruir. Este arquetipo de mujer se consolida en la literatura y en las artes
plásticas del simbolismo adornado con la imagen de mujeres de larga cabellera,
mirada lánguida y elementos exóticos que refuerzan su sensualidad. A veces, en
Baudelaire, aparece asociado a la mujer lésbica (varios poemas están dedicados
a las relaciones lésbicas), que trasgrede la moral burguesa porque es capaz de
experimentar placer y porque no es contemplada su función reproductiva. Para
algunos críticos, este modelo de mujer fatal responde al miedo masculino ante
los avances sociales de las mujeres y el incipiente feminismo.
-El
mal: Baudelaire cree en el Ideal,
pero también en el poder universal del Mal:
las personas no pueden escapar de la naturaleza humana, que las arrastra a lo
más bajo. Su condición de poeta satánico y blasfemo nace de su rebeldía ante
Dios, por condenar a los humanos a esta contradicción permanente y desigual
entre el Ideal imposible y el Mal inevitable: de ahí surge su
abatimiento, su hastío, su Spleen.
-La
evasión: frente a la monotonía rutinaria y al Spleen, hay un deseo permanente de evasión por medio, frecuentemente,
de la embriaguez, o de la ensoñación (Poema Paisaje
de Cuadros parisinos)
-El
devenir del tiempo: el inevitable paso del tiempo y la obligación de
aprovecharlo crea una angustia existencial. (Poema El reloj).
-El
tedio: muchos poemas expresan una impresión vital negativa, una
sensación de vacío y de falta de expectativas e ilusiones (poemas titulados Spleen).
-El
paraíso perdido: la pérdida del paraíso perdido está relacionada con el
pecado original.
-El
viaje: el viaje es en Baudelaire el símbolo de la fuga radical de carácter
metafísico: un deseo de moverse, de abandonar la materialidad y buscar otra
realidad ideal, que sólo se puede entrever desde la vida bohemia, las drogas,
el sexo, el alcohol, para escapar del hastío. Pero nada lleva realmente a ese
paraíso ideal por lo que la última huída será la Muerte.
-La
muerte: relacionado con el paso del tiempo y con la huida, aparecen algunos
poemas en los que Baudelaire manifiesta una cierta fascinación por la muerte y
los elementos artísticos con ella relacionada (grabados, danzas macabras
medievales…). Ejemplos los tenemos en los poemas de Cuadros parisinos “El esqueleto labrador” y “Danza fúnebre”. El
léxico asociado al campo semántico de la muerte, aparece con frecuencia en sus
poemas (ataúd, fúnebre, macabro…)
-Figuras
masculinas: dandi, bohemio y decadente:
-
la figura del dandi alude a un
refinado en aspecto, vestimenta, modales y lenguaje, que se considera superior
al hombre burgués, y se considera un artista, un genio. Ejemplos fueron el
inglés Oscar Wilde, o el romántico español Larra.
-el bohemio elige vivir en la miseria
porque no quiere venderse a la sociedad para no renunciar a su ideal de
belleza. El artista bohemio, además de dandi, será un amoral y antisocial,
rechazado por la sociedad, pero solidario con otros indigentes y marginados.
Baudelaire será un claro ejemplo.
-el decadente: consciente, como
Baudelaire, de la decadencia de la sociedad, se rebela ante ella con su obra
artística escandalosa; huye del hastío a través del arte, de la bebida y las
drogas, de la sensualidad, de lo esotérico, del misterio de lo satánico.
En
la sección Cuadros parisinos
aparecen de una forma u otra los temas antes señalados, pero hay otros
fundamentales en los que se centran la mayoría de los poemas, y que están
relacionados con el título:
-La
ciudad (París): Baudelaire es el poeta de la gran ciudad, para él la
metrópolis es la nueva naturaleza que acoge al escritor, pero es un espacio
cambiante, caótico y por conquistar. No celebra nunca la ciudad en ninguno de
sus aspectos como un triunfo del progreso. En la gran ciudad, encuentra la
miseria humana y una belleza aún no celebrada, las masas anónimas en las que el
poeta se esconde, se funde. Es el poeta de la ciudad moderna, de sus
muchedumbres y ruidos, de sus luces y ambientes nocturnos, cafés, teatros,
transeúntes, lujos y miserias. Sus descripciones no son realistas, sino simbólicas:
la imagen de su propia alma, que comparte con los transeúntes más desvalidos
sus dolores y su soledad.
Poemas:
-Paisaje: deseo
de evasión en un paisaje urbano, soñado, en contraste con la realidad de la
bulliciosa ciudad de París que se contempla desde la buhardilla. Pareados
dodecasílabos.
-El sol: el sol de la
ciudad y de los campos como símbolo de la creación poética. Pareados
dodecasílabos.
-El cisne: el cisne como
símbolo de la melancolía de la voz poética por el París perdido por la
hausmannisación y por su propia desorientación vital. Serventesios
dodecasílabos.
-Sueño parisino: confrontación
entre a ciudad ideal, soñada, y la realidad,
marcada por la miseria y el paso
del tiempo (símbolo del reloj). Heptasílabos con rima alterna.
-Crepúsculo
matutino: el amanecer en París como símbolo de la tristeza y de la soledad. Pareados alejandrinos (.
-Crepúsculo
vespertino.
-Los
marginados: el mundo de la marginalidad está estrechamente relacionado con
la ciudad. El poeta se siente solidario con los personajes marginales que se
mueven por la gran ciudad y que se oponen a la moral burguesa: mendigos,
borrachos, prostitutas… Muchos poemas de los Cuadros parisinos están dedicados a estos personajes:
-A una mendiga
pelirroja: exaltación de la belleza de una mendiga en contraste con su
miseria.
-Los siete
viejos: visión alucinada de los viejos en el amanecer de la ciudad,
simbolización del estado de desequilibrio de la voz poética.
-Las viejecitas: compasión y
respeto por las ancianas empobrecidas de las grandes ciudades. Serventesios
alejandrinos.
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